sábado, 3 de enero de 2009

Escucho esta triste melodía.
Un par de lágrimas caen sobre mi regazo,
donde mantuve tu fotografía apresada entre mis manos,
como si evadirse aquella imagen quisiera.
A un costado trozos de papel donde derramar tristes historias,
y una pluma para ordenarlas.
Las cortinas de mi ventana se ondean con una simple sinuosidad,
se abren y se manifiesta el día llegando a su fin.
Bajo la mirada, pues el brillo del sol
encubriéndose tras las montañas hiere mis ojos.
Mientras, mis pies se acurrucan en la penumbra.
Veo la rosa roja pintada en el suelo.
La dejaste caer posterior a tu partida.
Una rosa que en tus labios se secó... se marchitó.
Se deshizo de sus pétalos,
que la marcaron por siempre con una amargura constante.
La rescaté de esa oscuridad,
la aprisioné contra mi pecho,
y una espina se clavó en el.
Clara y frágil caía una gota,
revestida de un rojo intenso y cálido.
Se deslizó con suavidad por mi,
como imaginando tu piel recorriendo la mía.
Mas el recuerdo de tu traición quiere dominarme otra vez.
Solo me queda reposar en mis pensamientos profundos,
descansar en ellos, y es ahí donde tu estás...
Que difícil es olvidarte.
Vuelvo el 11/01!

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